Suerte

Argénida Romero

Wagner tiene 21 años y conversa con una sonrisa permanente. Habla con una extraña, conmigo. Es taxista, un “Indrive” (novedades de los oficios nombrados por aplicaciones). 

  • Juego el loto los miércoles y los sábados. Sé que me lo voy a ganar un día. ¿Verdad? Debo tener suerte un día. Seré rico un día.

Sonrió. Le digo que no juego loterías de ningún tipo, pero le deseo suerte en su fe por el azar numérico. Le pregunto por otras cosas, más que nada porque no quiero hablar de monedas en el aire. 

Wagner no lo sabe, tampoco lo sabía en ese momento, lo busque luego en Google. Según un análisis hecho en 2017 por el hoy superintendente de Bancos, la probabilidad de acertar los seis de 38 que componen el sorteo es de uno entre 2,760,681 combinaciones posibles o, expresado de otro modo, de 0.0000036%.

Ya en otros temas, coincidimos. Hijos de padres ausentes, de madres lejanas, de abuelas queridas. Nacidos en otro lugar, llegados aquí desde la infancia, criados en barrios. 

Wagner vuelve a la lotería. Me habla de lo que hará cuando gane. Casa para su abuela, apartamento de lujo para él en la ciudad, un carro del año. Piensa en que podría viajar. Nunca ha salido de la isla.

Casi llegamos al punto final de la flecha que indica el Google Maps. Toma el móvil y me anuncia que me da cinco estrellas y me hace una promesa: cuando gane el loto vendrá a traerme algo, un regalo. Y como una nunca sabe, le digo que sí, que espero que lo gane y que, para más señas, soy la única periodista del país que se llama Argénida.

Al bajar, y en la seguridad de una recepción, tomo el móvil. Le doy cinco estrellas y específico el porqué: buena conversación. 

Tuve esa suerte.

Argénida Romero:

Periodista, escritora y correctora. No vivo donde nací, pero soy de ambos lugares. Dieciséis años viviendo de escribir y de corregir lo que otros escriben. He ganado algunos premios, he publicado algunos libros, pero prefiero sobre todo eso el chocolate.
http://eldiariodelarosa.blogspot.com/

Sobrevolar La Península arábica 3,500 Años Antes De Cristo

Sobrevolar La Península arábica 3,500 Años Antes De Cristo

Arabia

Sobrevolar La Península arábica 3,500 Años Antes De Cristo

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El helicóptero sobrevolaba las zonas desérticas de la Península Arábica. Tuvieron la sospecha de que estaban cerca de algo grande. Pero el calor seco del desierto les obligaba a perder la concentración de vez en cuando.

El doctor Matthew Dalton coordinaba parte del equipo. A ratos, miraba unos senderos que se armaban en la zona, conectando áreas desérticas con oasis y zonas de verdor.

 

Cuando estaban en tierra analizaban las imágenes que habían tomado junto con las fotografías satelitales que obtuvieron.

Recién entonces cayeron en cuenta de que estaban ante un descubrimiento mayúsculo.

Aquel grupo de arqueólogos de la Universidad de Australia Occidental (UWA) llegó a Arabia Saudita buscando huellas de las antiguas civilizaciones. Pero no contaban con que se encontrarían con una red de avenidas y estructuras funerarias que cambiarían lo que se pensaba de la gente que vivió 3000 años antes de Cristo.

Arabia

Al principio las edificaciones que descubrieron solo fueron construcciones con formas variadas. Pero después de explorar el terreno para tomar muestras, las pruebas de radiocarbono los pusieron en la pista correcta; estaban ante obras creadas durante la Edad de Bronce.

Nadie se imaginaría que un grupo de pastores itinerantes y comunidades que recién descubrían la vida sedentaria se comunicarían. Una zona de viento, arena, pasto y oasis conectaba mediante miles de kilómetros de avenida a gente que de otro modo estaría aislada.

El doctor Dalton fue uno de los principales autores de un estudio que se publicó en la revista Holocene. Le pareció asombroso descubrir que las avenidas recién descubiertas se hubieran formado por las pisadas de personas y animales que fueron alisando la tierra.

Los beduinos de la antigüedad llevaban sus animales hacia los oasis del desierto. En el camino aprovechaban para intercambiar bienes con otros viajantes.

El equipo de arqueólogos se encontró con que aquellos caminantes de la antigüedad recorrían calles a lo largo de 160,000 kilómetros cuadrados. Lo más asombroso era la cantidad de monumentos funerarios que había dejado esta gente.

La mayoría de las edificaciones tiene forma de ojo de cerradura. El doctor Dalton y su equipo recorrieron las ciudades como si fueran viejos beduinos, pero en vez de animales llevaban tablets, equipos de geolocalización, agua y un hambre de saber que les hacía sudar de ansiedad.

Así fue cómo dieron con 17,800 tumbas colgantes en Alula y Khaybar. 11,000 de estas formaban parte de las avenidas funerarias.

Sin embargo, no fueron estas las pistas que les ayudaron a darse cuenta de que en la Edad de Bronce las comunidades se comunicaban entre sí. Fue descubrir que la mayor cantidad de las avenidas y construcciones se encontraban alrededor de las fuentes permanentes de agua.

Era evidente para el equipo investigador que las avenidas se utilizaron principalmente para viajar de un oasis a otro. Supieron que la cantidad tan alta de tumbas significaba que mucha gente hizo vida allí, sobre todo en Khaybar, durante la Edad de Bronce.

El helicóptero aterrizó por última vez. Ahora el equipo de la universidad enfocaba sus cámaras y satélites hacia el sur de Arabia Saudí, creen que allí encontrarán otras rutas de avenidas, y con suerte habrán descubierto que los beduinos viajaban mucho más lejos de lo que se espera.

Accede al estudio del equipo de la Universidad de Australia Occidental aquí

Y aquí encontrarás el comunicado que hizo la universidad contando esta historia.

Ver Comunicado.

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