Música de amargue (22 de mayo 2022)

Yo no sé bailar bachata. Quizás se deba a que crecí en un barrio donde lo que se escuchaba era “música de amargue”. La música de amargue era eso: música que se escuchaba para amargarse, casi siempre por un amor perdido pero otras veces por un amor no encontrado, todavía. Mi papá solía invocar una imagen que se quedado grabada en mi memoria: “un guardia vestido de amarillo con un puñal en la cintura, abrazado de una vellonera, dando grito con moco y jipío”. La música que acompaña esta imagen lleva la voz de José Manuel Calderón, vecino del barrio, criado en la 6 (Tunti Cáceres); yo me crie en la 4 (Prof. Amiama Gómez) y más abajo estaba la calle 2 (José de Js. Ravelo) famosa desde la era de Trujillo por ser sitio de “cafeses, lupanares y casas de lenocinio”.

Ya el lector puede entender el porqué no se oía bachata en mi casa y por qué no sé bailar nuestro ritmo más reconocido en el mundo: era música que se oía saliendo de “esos sitios”. Pero como la vida es imparable, después llegó Luis Segura con “Pena” y sobre todo Leonardo Paniagua con su versión de “Chiquitita” de ABBA y ya no hubo vuelta atrás. “Ponme Chiquitita hasta que crezca” se convirtió en el grito de batalla de una generación.

Así las cosas hoy soy pareja de una mujer que es una profunda conocedora del género, que me ha presentado a Aridia Ventura, a Ramón Torres y Ramón Cordero, descubrimientos magníficos. En mi profesión a bachata es tema de libros académicos prestigiosos y tesis doctorales. Pero sigo sin saber bailar bachata, solo escucho.

José Manuel Calderón: Humo, cerveza y licor

Luis Segura: Pena por ti

Leonardo Panigua: Chiquitita

Aridia Ventura: Y ya pa que

Ramón Torres: De Higüey pa la Capital

Ramón Cordero: Morenita mía