5 Trucos para disfrutar la música clásica sin dormir en el intento
Seguro que alguna vez has intentado escuchar más música clásica. Tal vez hayas visto una pianista que interpretará a Mozart en el teatro, una orquesta incluyó a Chaikovsky en su repertorio o representarán una ópera de Wagner, y aunque te gustaría ir, eso te resulta muy pesado.
Si ese es tu caso y si no lo es, también, trajimos cinco trucos para disfrutar de la música sin dormir en el intento. Y aunque aquí nos centramos en la clásica, sirve también para el jazz y otros géneros.
1. Busca un lugar para escuchar con atención
Todos los géneros musicales tienen su forma de ser. Es diferente escuchar heavy metal que tango, bachata o country, asimismo hay diferencias entre el blues, el jazz o el reguetón.
Para disfrutar al máximo de la música clásica, es recomendable que busques un lugar tranquilo y dediques un tiempo sólo a escuchar. Hay quienes escriben, leen o estudian oyendo a Mozart o a Copan, eso no está ni mal ni bien. Por para disfrutar se necesita atención plena.
Decía el escritor argentino, Julio Cortázar, que él no podía leer o escribir escuchando música, porque la música tenía su propio lenguaje. Pues, esa es la razón por la que sentarte en tranquilidad a escuchar te será muy útil.
2. Conoce los temas de las piezas.
En música clásica, todas las obras tienen un tema. Lo puedes reconocer porque se trata de una secuencia de notas que se repite una y otra vez dentro de la pieza. A veces la hace un instrumento, otras veces uno distinto y en ocasiones se combinan varios a hacerlo, pero siempre está ahí.
Si tratas de encontrar cuál es el tema de la pieza, empezarás a prestar atención a todos los pequeños detalles melódicos que previó quien la compuso. En este punto, ya empezaste a conversar con la obra y eso es maravilloso.
Advertencia: En esta parte conviene que evites tratar de tararear lo que escuchas. El maestro José Antonio Calcaño en su curso de apreciación musical dice que tararear lo que se escucha, impide concentrarse en la música. Y tiene razón, aunque es increíble ir acompañando la 5ta de Beethoven.
3. Acércate a la música con el estado de ánimo adecuado
El divulgador y youtuber, Cesar Muñoz cuenta la historia de una vez que le contrataron para tocar en una fiesta y no estaba conectando con la gente. Dice que el grupo interpretaba piezas de jazz y música clásica, pero que cuando tocaron ritmos más tropicales fue que la gente les hizo caso.
Eso tiene que ver con el estado de ánimo. Hay días en los que uno quiere escuchar algo que le ponga a bailar como la salsa o el reguetón. Otras veces tenemos un ánimo más tranquilo.
Con la variedad de estilos que hay en la música clásica podrás encontrar de todo. Si te sientes en un estado tranquilo, relajado y quieres seguir en esa onda, tal vez los nocturnos de Chopan sean una buena idea.
Si buscas algo más apasionado y tormentoso, es probable que te agrade escuchar las sinfonías de Beethoven. Pero, podría darse el caso de que te sientas más juguetón y dispuesto a experimentar, entonces podrías lanzarte a Chaikovsky.
Así, tu estado de ánimo te dirá si buscas la sonata interpretada por un trío de cuerdas o una sinfonía. Podrás decidir si quieres algo divertido como Las Cuatro Estaciones de Vivaldi o más violento como El anillo del nibelungo de Wagner.
4. Reconoce cada instrumento
Con la música clásica sucede que todos los instrumentos tienen un rol. A diferencia de géneros como el bolero o la cumbia, en los que los instrumentos funcionan como acompañamiento, en la música clásica tienen sus propias voces y todos dicen algo.
Por eso, si escuchas una pieza de Mussorgsky es necesario que puedas diferenciar los instrumentos de cuerda de los de viento, los metales y la percusión. Así disfrutarás de la experiencia de vivir todas las voces, con sus personalidades.
La sensación que transmite el violín es diferente a la del corno inglés, el contrabajo o el violonchelo y el arpa da una sensación diferente a la flauta o el órgano.
Por eso, conocer cómo suena cada uno, aportará a tu conversación con la pieza. Y como ya te habrás dado cuenta para estas alturas, te estarás envolviendo tanto en la música que se te irá el sueño de inmediato. Pero, calma, también podrás dormir si es lo que deseas.
5. Conoce el autor y su época
Dejamos Esta parte para el final porque en realidad saber el autor o autora y la época de la obra te darán otro tipo de información. Por ejemplo, es distinto escuchar una pieza del Barroco a una del romanticismo o del minimalismo.
Mientras la primera está recargada de todo tipo de detalles melódicos, como Johan Sebastián Bach, la segunda será pasional y casi imprevisible como Beethoven Asimismo, el minimalismo se distinguirá por contar el máximo posible con lo mínimo, como Philip Glass.
Conocer de los autores y de la época te ayudará a entender un poco lo que estás escuchando y por qué suena así. Por ejemplo, si sabes que Modest Músorgski compuso su obra Cuadros de Una Exposición en homenaje a un amigo pintor y arquitecto que murió, y conoces que cada una de las piezas de la obra representa uno de los cuadros de la exposición, entonces comprenderás de otra manera lo que trató de decir.
Pasa lo mismo si conoces lo difícil que fue para Copan ser repudiado cuando llegó pobre y enfermo a España. Y si conoces las dificultades amorosas que vivió Gustave Maller, te aproximarás a otra comprensión de la obra.
Pero, ¿significa eso que tienes que conocer estos detalles para valorar las piezas? De ningún modo, sólo es un truco para conectar más, pero cada obra tiene valor por sí mismo.
Y el truco más importante
Este no es uno de los cinco trucos porque se trata de lo más importante para apreciar la música clásica. Si no te hace sentir nada, abandónala hasta nuevo aviso.
La música es para disfrutarla. Y si una pieza de Philip Glass o de John Williams no te dice nada, entonces pon otra cosa.
Todo lo anterior te ayudará a conocer y disfrutar desde el conocimiento. Pero si al final la obra te aburre o prefieres algo distinto, pues, busca algo distinto y vuelve cuando tu ánimo esté más abierto a este género, que, como el reguetón y el flamenco, no es ni mejor ni peor que otro.