5 Poemas Para Tomar Café
“He medido mi vida en cucharitas de café”, T. S. Elliot.
El café y la literatura tienen una aventura casi clandestina, desde hace años. Sólo con saber que el escritor francés, Honoré de Balzac decía que “Si no fuera por el café, uno no podría escribir, es decir, no podría vivir”.
Balzac iba mucho más lejos, afirmó que además de beber decenas de tazas diarias, masticaba granos de café. Y aseguraba que por eso podía escribir durante largas horas. Si fue así, podemos decir que las letras occidentales le deben mucho a la cafeína. Y claro, entre los lectores de la novela latinoamericana es famoso el Café Voltaire, donde se reunían artistas y escritores, en París. Pero, el establecimiento llevaba el nombre del filósofo y escritor de la ilustración que bebía alrededor de 60 tazas diarias de café, a pesar de las advertencias de su médico.
Y si en estos franceses el café era un vicio, en Johan Wolfgang Goethe, autor de obras como El Fausto, impulsaron investigaciones químicas. De hecho, gracias a Goethe, el científico Friedlieb Ferdinand Runge investigó la composición química de este producto, hasta que descubrió la cafeína en 1820.
Hay otros cientos de casos en los que arte y café se mezclan de forma muy estrecha. Por eso, te compartimos cinco poemas que hablan de café. Desde Idea Vilariño hasta Federico García Lorca, hay versos y energía en nuestras tazas.
Camina de Manuel del Cabral
El mayor representante de la Poesía Negroide en la República Dominicana fue Manuel del Cabral. En este poema, presenta la importancia que damos a tomar café mientras vemos pasar los asuntos de la vida cotidiana y política, en un país tan político como este.
Camina de Manuel del Cabral
Camina el jefe del pueblo
después de beber café.
Y una voz que no se ve,
grita al oído:
-mire, jefe, que hay un hombre
que allí está herido.
-Lo sé.
Camina el jefe del pueblo
después de beber café.
Y vuelve la voz y dice:
-jefe, que un hombre no ve;
tiene llanto entre los ojos,
y tiene plomo en los pies.
-Lo sé.
Sigue caminando el jefe
después de beber café.
Y la misma voz le grita:
-murió un hombre allí de sed.
¿Qué haremos, ahora, jefe?
-que haga pronto el hoyo usted.
Y el jefe sigue su rumbo,
pero también
el jefe sigue pensando …
Piensa sólo a qué hora es
la otra taza.
Ancho en París de Juan Gelman
Para alguien que fue representante del Realismo Crítico resulta curioso que su poema presente conversaciones entre un león y un poeta que toman café. Pero, Juan Gelman tenía estos arranques de imágenes potentes, y tan sencillas. El autor argentino anduvo desde el periodismo hasta la política, y el exilio.
—
Al que extraño es al viejo león del zoo,
siempre tomábamos café en el Bois de Boulogne,
me contaba sus aventuras en Rhodesía del Sur
pero mentía, era evidente que nunca se había movido del
Sahara.
De todos modos me encantaba su elegancia,
su manera de encogerse de hombros ante las pequeñeces
de la vida,
miraba a los franceses por la ventana del café
y decía “los idiotas hacen hijos”.
Los dos o tres cazadores ingleses que se había comido
le provocaban malos recuerdos y aun melancolía,
“las cosas que hace uno para vivir” reflexionaba
mirándose la melena en el espejo del café.
Sí, lo extraño mucho,
nunca pagaba la consumición,
pero indicaba la propina a dejar
y los mozos lo saludaban con especial deferencia.
Nos despedíamos a la orilla del crepúsculo,
él regresaba a son bureau, como decía,
no sin antes advertirme con una pata en mi hombro
“ten cuidado, hijo mío, con el París nocturno”.
Lo extraño mucho verdaderamente,
sus ojos se llenaban a veces de desierto
pero sabía callar como un hermano
cuando emocionado, emocionado,
yo le hablaba de Carlitos Gardel.
Carta II de Idea Vilariño
En 1920 nació Idea Vilariño en Uruguay. Y con su nacimiento surgió una poesía clara, sencilla y llena de intensidad. En este poema, la poeta habla de la necesidad de la persona querida, con café por medio.
Estás lejos y al sur
allí no son las cuatro.
Recostado en tu silla
apoyado en la mesa del café
de tu cuarto
tirado en una cama
la tuya o la de alguien
que quisiera borrar
-estoy pensando en ti no en quienes buscan
a tu lado lo mismo que yo quiero-.
Estoy pensando en ti ya hace una hora
tal vez media
no sé.
Cuando la luz se acabe
sabré que son las nueve
estiraré la colcha
me pondré el traje negro
y me pasaré el peine.
Iré a cenar
es claro.
Pero en algún momento
me volveré a este cuarto
me tiraré en la cama
y entonces tu recuerdo
qué digo
mi deseo de verte
que me mires
tu presencia de hombre que me falta en la vida
se pondrán
como ahora te pones en la tarde
que ya es la noche
a ser
la sola única cosa
que me importa en el mundo.
La mujer Y La casa de José Lezama Lima
José María Andrés Fernando Lezama Lima tuvo un nombre larguísimo, asma desde niño y una de las obras poéticas y narrativas más asombrosas en español. La novela suya que más se conoce es Paradiso.
Pero en este poema, el cubano trae un calor con salitre caribeño y aroma a café, desde los primeros versos.
—
Hervías la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías la casa
con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como una ofrenda al peso de la noche.
Todas tus horas están justificadas
al pasar del comedor a la sala,
donde están los retratos
que gustan de tus comentarios.
Fijas la ley de todos los días
y el ave dominical se entreabre
con los colores del fuego
y las espumas del puchero.
Cuando se rompe un vaso,
es tu risa la que tintinea.
El centro de la casa
vuela como el punto en la línea.
En tus pesadillas
llueve interminablemente
sobre la colección de matas
enanas y el flamboyán subterráneo.
Si te atolondraras,
el firmamento roto
en lanzas de mármol,
se echaría sobre nosotros.
El café de Chinitas de Federico García Lorca
Hay poco que se pueda decir sobre este poeta español. Aquí el representante de la Generación del 27 no muestra el café como la bebida, sino como el lugar de compartir e ingerir este bien. Eso sí, tiene calor, sabor y gitanos, como la mejor de las tazas.
1
En el café de Chinitas
dijo Paquiro a su hermano:
«Soy más valiente que tú,
más torero y más gitano».
2
En el caféé de Chinitas
dijo Paquiro a Frascuelo:
«Soy más valiente que tú,
más gitano y más torero».
3
Sacó Paquiro el reló
y dijo de esta manera:
«Este toro ha de morir
antes de las cuatro y media».
4
Al dar las cuatro en la calle
se salieron del café
y era Paquiro en la calle
un torero de cartel.