Castelblanc, Un Libro Guardián De algunas Luces Y Sombras

Castelblanc, Un Libro Guardián De algunas Luces Y Sombras

Hace un par de días, Scarlet Sánchez hizo la puesta en circulación de Castelblanc, Los Guardianes De La Luz, una novela del género de la fantasía. Aunque lo trataron como un libro infantil, lo siento más como una pieza entrando en lo juvenil, muy al estilo de EL Maravilloso Viaje De Nils Holgerson, de Selma Lagerlov, Las Crónicas de Pridain, de Alexander Lloid o Corazón De Tinta, el primero de la pentalogía Mundo De Tinta que escribió Cornelia Funke.

En cuanto a estructura,  Castelblanc mantiene todos los arquetipos del género. De hecho, leyéndolo se tiene la sensación de que Scarlet escribió con una mano mientras en la otra revisaba los elementos del cuento folclórico identificados por Vladimir Propp y en menor medida, algunas anotaciones de Giani Rodari y su Gramática De La Fantasía. Es decir, el libro como artefacto destinado a entretener, funciona.

Hay unos personajes con representaciones físicas que ocupan un lugar dentro de la narración, unos enemigos  bien identificados, una guía, un mensaje, una misión y la promesa de muchas dificultades. También están las armas, los vigilantes y cada uno de los elementos que convierten a una historia de aventuras en una aventura.

Hasta aquí, todo funciona. Esos son los hechos objetivos. Después llegan las singularidades.

En cuanto al lenguaje, este es bastante limpio. Scarlet tiene una manera de escritura sin demasiados vicios, salvo cierto uso excesivo del “había” y de los verbos ser o estar, su escritura es directa, plagada de imágenes.

De hecho, esa profusión de imágenes le resta vigor al texto en ocasiones. De pronto está describiendo un sueño o una caminata y el lirismo imagista acaba siendo un distractor.

 Es decir, con regularidad cae  en lo que Fogwil describió como enfermedad de literatura . Dicho de otro modo, tiende a procurar ser muy literaria, lo que le da un aire de distancia o falsedad al libro.

1.“En fin: nada peor que estar enfermo de literatura. Corrijo: nada peor, para la literatura, Luego, se percibe que Scarlet como autora hace un esfuerzo mayúsculo por tener un registro lexicográfico universal. Utiliza terminología que cualquier hispanoparlante pueda comprender, casi de libro de texto. Y contra la bondad que pudiera subyacer en ese estilo, acaba restándole expresividad, poesía y dinamismo a la narración, además de la ausencia de lengua propia, por decirlo parafraseando a Piglia .

Me da la impresión de que intenta quedar bien con todos los lectores. En clases de periodismo solía utilizarse la metáfora del marciano o el extraterrestre:

Imagine que un marciano llega a la tierra y quiere saber todo lo que está sucediendo. Escriba su noticia de modo que ese marciano pueda comprenderle, quitándole todo lo que no resulte informativo y explicativo.

En las clases utilizan ese ejercicio para señalar que las noticias deben explicarse con claridad y ciñéndose a los hechos y datos duros. Pero, ese principio es aplicable, casi con exclusividad, a la nota seca, que es aquella centrada en contestar las cinco   WH: qué, quién, dónde, cuándo y  cómo.

Y si bien esa universalidad del lenguaje es útil en el periodismo, en la escritura como arte resta identidad. Tampoco se entienda esta observación como un intento de convertir Castelblanc en un texto folclórico. De igual manera, no se deja de lado que se trata de una historia pensada para una audiencia infantil, aunque desde esa mirada, también hay conceptos que podrían escapársele a los lectores más pequeños.

Otro elemento de la enfermedad de literatura son las continuas referencias literarias que la narradora introduce en la historia. De repente hablará de aventuras y lo relaciona con una epopeya griega. Stella hará algo, y dedica largas parrafadas de versos de Darío o Whitman.

Y aunque estas últimas acciones podrían explicar por que ella recibe un libro cuando sueña, mientras que sus hermanos acceden a espadas, considero que su afición a la lectura podría tener un abordaje menos invasivo. Con todo, muchas de esas expresiones en boca de quien narra la historia, rompen de cierta manera el pacto de ficción que existe entre la narración y los lectores, se da una suerte de anacronismo que barre con la verosimilitud. Es como si en una película de vaqueros de  John For sonara una guitarra eléctrica mientras John Waine se bate en duelo por el desierto.

Luego, están los típicos errores de titeo que podrían solucionarse con una corrección de estilo y edición más rigurosa: oraciones plurales con artículos en singular, conjugaciones a las que les falta una s o palabras en las que vocal y consonantes intermedias están invertidas. Estos casos no son muchos, pero están ahí y distraen de la inmersión en la lectura.

El capítulo de la llegada a la capital del Reno del Sur tiene un enorme parentesco con el libro de Harry Potter y La Piedra Filosofal. La descripción asombrosa de las calles y la gente es la misma, el dinamismo del periódico emula el de las imágenes de Rowling. La entrada en la tienda de telas a comprar túnicas, por un lado es parecida a la tienda de la señora Malkin, en el callejón Diagon mientras que el espejo del vendedor y sus resultados, tiene unas propiedades muy cercanas a las del Sombrero Seleccionador que decide a qué casas van los estudiantes de Hogwards.

Sin embargo, sería irresponsable hablar de copia en estos casos. Recordemos que se trata de un libro de fantasía, elementos de esta naturaleza son habituales en el género.

2. Podríamos pensar también en el relato futuro como un relato que se constituye en otro tipo de lengua. Una lengua que cambia como la verdadera lengua de la literatura. Una lengua que imprevistamente pasa del español al inglés o del inglés al alemán. Y quizás podríamos pensar el Finnegans como el primer texto que responde a esta suerte de movimiento posible, utópico, de una lengua que sería por fin la verdadera lengua de la literatura. Una lengua que no estaría trabajada por los recortes políticos y geográficos y que constituiría sus propias tradiciones. En este sentido podríamos imaginarnos la posibilidad del relato futuro. Por Un Relato Futuro, Conversaciones Con Juan José Saer, Ricardo Piglia.

De hecho, ya hay grandes semejanzas entre el primer libro de Narnia, de C. S. Lewis y Casteleblanc. Una de ellas es el modo en el que se presenta la muda de realidad, de un mundo sujeto a las leyes objetivas tal cual las conocemos a otro en el que impera la magia, los animales antropomórficos y manifestaciones de poder distantes de la inventiva de los no mágicos. Así, los tres niños de Scarlet atraviesan la puerta de un gallinero para llegar a las Tierras altas. En cambio, los  niños de C. S. Lewis cruzaron de forma accidental a Narnia, vía un armario ropero.

Madame Kuhmit representa otro de los elementos del viaje del héroe. Ella ocupa la posición del maestro o maestra. Y al igual que el mago que enseña a Taran en Pridain o Dumbledore en Harry Potter, la profesora acompaña a los personajes a descubrir sus habilidades, les entrena, acompaña y orienta hasta el punto en el que deberán asumir la misión sin más compañía que sus propias habilidades.

Desde el primer capítulo, queda establecido que aunque Stella, Elisabeth y Lucas son los personajes centrales, Lucas tienen mayor relevancia. Da la sensación de que Lucas es una especie de aliteración de Ulises, Odiseo. Y esa idea se refuerza con la escena del niño cuando es atrapado por los dos cíclopes y encerrado en una cueva.

En La Odisea, Ulises pasa por lo mismo. Y así como era cantado como “el rico en ardides”, Scarlet presenta a Lucas como imaginativo y lleno de recursos, especialmente su tirapiedras.

Mientras el afán libresco de Stella le define como un personaje de continua reflexión lectora, Lucas expresa su intertextualidad a través de acciones miméticas, aunque con diferencias marcadas. Dicho de un modo más llano, Odiseo le sirve de influencia a Lucas, pero este da grandes bocanadas, tratando de acceder a su propio oxígeno y a veces lo logra.

En sentido general, considero que no es un mal libro. Resulta entretenido, tiene un planteamiento, su redacción es buena. Sólo extraño mayor profundidad, una aproximación a reglas de un universo ficcional que no se vulneren continuamente.

A Partir de que los hermanos salen hacia el Reino Del Norte, el libro se tambalea de forma profusa. Pareciera como si Scarlet tuviera miedo de dejarse llevar por lo que está construyendo e intentara ponerle freno a un caballo desbocado. EL resultado es una historia cortada, sin pasajes especialmente memorables.

Lo curioso es que en aquellas escenas en las que la autora tuvo mayor dedicación, logró generar empatía. Por eso, Lucas resulta auténtico en cierto modo.

Me pareció encontrar una referencia a The Witcher, El Origen De La Sangre, la precuela que se emitió por Netflix. La relación entre el joven guitarrista y la hermana mayor, me remite a una situación similar dada en la serie; pero dudo que Scarlet se haya inspirado aquí, debido a que lo más probable es que haya escrito la novela mucho antes de que se emitiera la serie. Además, es habitual esa idea de que familias guerreras cuenten con algún descendiente que opte por las artes. Es reflejo de una dicotomía que habla de luz, oscuridad, bien y mal, así como relaciones de poder.

De cualquier manera, es una novela que disfruté. Está buena para un domingo, compartiendo con sobrinos o entre hermanos. Hace unos días le regalé mi ejemplar a un primo por el que siento mucho cariño, espero que lo disfrute.