Un ojo en cada puerta 

Un ojo en cada puerta 

1.-

Homero Pumarol (Santo Domingo, 1971) funda en Cuartel Babilonia (Santo Domingo: Edición de autor, 2000) su propia ciudad. El epicentro está ubicado en la Zona Colonial o en Gazcue. El poeta mira a esa masa de transeúntes que como reses deambulan por las calles, el sol Caribe azotándolos. Las casas antiguas, recuerdos de un pasado mejor, siguen en píe, en resistencia. Así mismo el poeta sigue resistiendo, con la palabra como artillería, la decadencia que trashuma entre estas paredes.  

2.-

Cuenta Frank Báez, en un artículo sobre Homero y su poesía, que el poeta le contó el origen del título de este libro: Cuartel Babilonia es el nombre del lugar donde el poeta Arthur Rimbaud, uno de sus poetas favoritos,  fue violado, siendo aún un adolescente, por un regimiento de soldados.

3.-

Dos secciones componen este poemario: «Cuartel Babilonia» y «Composiciones». Treinta poemas fundacionales en los que el poeta erige una ciudad casi inédita en la tradición poética dominicana: la ciudad de «la violencia, la nocturnidad y las drogas», como apunta Soledad Álvarez en su conferencia La ciudad en la poesía dominicana.

4.-

Por Cuartel Babilonia campean a sus anchas personajes y lugares, casi míticos, de la cultura popular dominicana: Jack Veneno, Relámpago Hernández, la calle El Conde, Aramis Camilo, Luis «Terror Días, Zona Universitaria, Vickiana, el Ozama, los tristemente célebres «Cepillos», que usaba la policía represiva del régimen, el parque Independencia, «que es el parque más feo de la bolita del mundo», La Victoria (ese «cementerio de hombres vivos», como escribió Jairo Valera), También están presentes otros personajes del mundo de la Lucha Libre (Rick Flair, El Santo, Blue Demon, El Vampiro Cao). Aquí hay un Universo que se rige por sus propios códigos de calle y juerga. Ni más ni menos.

5.-

Como la cabeza achicharrada 
del fósforo entre las colillas,
sobre la tibia ceniza del cenicero,
con su débil torre de humo
y su pequeño resplandor amarillo,
hay un hombre sentado entre los árboles,
sobre los arrecifes. (Composición 6)

6.-

De un profundo lirismo estos poemas son a veces pequeñas Polaroids que no dejan indiferente a quien las miras. Ese instante se repite en nuestras cabezas. Somos también ese que mira la ciudad y va capturando imágenes, sonidos, olores. Otras veces somos el hombre sentado frente al mar: el que mirando esa sábana azul se mira a sí mismo.

7.-

Me imagino a Homero sentado en un colmado cualquiera. Acompañado, quizás. O simplemente sentado mirando a quienes entran y salen, a quienes beben de la cerveza o el ron como si fueran elixires salvadores, a quienes marcan con los pies el ritmo de la bachata.  De ahí, de esa ciudad que se transforma mientras va cayendo la noche sobre sus calles, extrae el poeta la materia prima con la que moldea esta nueva ciudad que escandaliza, que saca de quicio, que hace temblar a una tradición poética momificada.

8.-

El poeta irlandés Paul Muldoon escribió alguna vez que «un poeta es producto de su tiempo y trata de entenderse a sí mismo en ese tiempo…». Eso ha hecho Homero Pumarol en Cuartel Babilonia: llevar la calle a la poesía. No es que no se haya hecho antes. Es que Homero asume un discurso de la marginalidad más cercano, sin duda, a Luis «Terror» Días, quien alguna vez hablo de la belleza que había en lo marginal, en lo sucio.

9.-

La poesía de Homero es más cercana a René del Risco y su «viento frío» o a algunas zonas de la poesía de Alexis Gómez – Rosa que a cualquier poeta de los ochenta. Esto a pesar de que en algún momento hacía vida común con algunos de estos poetas. Quizás, conjeturo, andaba buscando su voz. Quizás, vuelvo a especular, su primer libro Orador de opio, con el que ganó el Premio de Poesía Pedro Henríquez Ureña, realizado por la universidad del mismo nombre y en la que estudió Derecho, tenía influencia de la «Poética del Pensar», y por eso el poeta procuró deshacer del mismo.

10.-

Homero saca su poesía de la calle, de la bohemia nocturna, de los cueros y los pushers, de la sordidez que habita en cada esquina de esta ciudad que «te mira obscenamente y no te reconoce».

11.-

En Cuartel Babilonia hay una «poética del cinismo», y un humor irónico construido desde lo coloquial. Un humor que tanta falta le hacía a la poesía dominicana. Desde este recurso Homero cuestiona el statu quo,  la rancia poesía como servidora del poder, el propio papel del poeta como un ente contestario.

12.-

En la plaza pública, el ministro de Cultura
reveló los nombres de los poetas escogidos
para cantar los nuevos mitos de la ciudad moderna.
Rápidamente se levantaron estatuas en su honor
y las mujeres lloraron extasiadas
cuando el congreso para continuar la farsa
los declaró malditos.
Quedaron así iniciadas las fiestas, los banquetes,
las orgías y demás prebendas de la gloria.
Mientras me alejo a toda prisa
por odiosas avenidas y túneles,
con la cabeza descubierta, sin pelos ni laurel,
pienso que si el año que viene no tengo mejor suerte,
cuando otra vez regrese a la ciudad,
será mejor que busque otro oficio. (La República)

13.-

Muchos dicen que Cuartel Babilonia representa una ruptura con la tradición, en específico con la Poesía del Ochenta. Otros dicen que después de los ochenta no se ha producido nada interesante. Para mí la importancia de Cuartel Babilonia, más allá de que rompa con algo o no, es que no deja a nadie indiferente. Es un libro que inquieta, que mueve, que crea discusiones. Para eso sirve la poesía.

5 Poemas Para Tomar Café

5 Poemas Para Tomar Café

“He medido mi vida en cucharitas de café”, T. S. Elliot.

El café y la literatura tienen una aventura casi clandestina, desde hace años. Sólo con saber que el escritor francés, Honoré de Balzac decía que “Si no fuera por el café, uno no podría escribir, es decir, no podría vivir”.

Balzac iba mucho más lejos, afirmó que además de beber decenas de tazas diarias, masticaba granos de café. Y aseguraba que por eso podía escribir durante largas horas. Si fue así, podemos decir que las letras occidentales le deben mucho a la cafeína. Y claro, entre los lectores de la novela latinoamericana es famoso el Café Voltaire, donde se reunían artistas y escritores, en París. Pero, el establecimiento llevaba el nombre del filósofo y escritor de la ilustración que bebía alrededor de 60 tazas diarias de café, a pesar de las advertencias de su médico.

Y si en estos franceses el café era un vicio, en Johan Wolfgang Goethe, autor de obras como El Fausto, impulsaron investigaciones químicas. De hecho, gracias a Goethe, el científico Friedlieb Ferdinand Runge investigó la composición química de este producto, hasta que descubrió la cafeína en 1820.

Hay otros cientos de casos en los que arte y café se mezclan de forma muy estrecha. Por eso, te compartimos cinco poemas que hablan de café. Desde Idea Vilariño  hasta Federico García Lorca, hay versos y energía en nuestras tazas.

Camina de Manuel del Cabral

El mayor representante de la Poesía Negroide en la República Dominicana fue Manuel del Cabral. En este poema, presenta la importancia que damos a tomar café mientras vemos pasar los asuntos de la vida cotidiana y política, en un país tan político como este.

Camina de Manuel del Cabral

Manuel Del Cabral
Manuel del Cabral

Camina el jefe del pueblo
después de beber café.
Y una voz que no se ve,
grita al oído:
-mire, jefe, que hay un hombre
que allí está herido.

-Lo sé.

Camina el jefe del pueblo
después de beber café.

Y vuelve la voz y dice:
-jefe, que un hombre no ve;
tiene llanto entre los ojos,
y tiene plomo en los pies.

-Lo sé.

Sigue caminando el jefe
después de beber café.
Y la misma voz le grita:

-murió un hombre allí de sed.
¿Qué haremos, ahora, jefe?

-que haga pronto el hoyo usted.

Y el jefe sigue su rumbo,
pero también
el jefe sigue pensando …

Piensa sólo a qué hora es
la otra taza.


Juan Gelman
Juan Gelman

Ancho en París de Juan Gelman

Para alguien que fue representante del Realismo Crítico resulta curioso que su poema presente conversaciones entre un león y un poeta que toman café. Pero, Juan Gelman tenía estos arranques de imágenes potentes, y tan sencillas. El autor argentino anduvo desde el periodismo hasta la política, y el exilio.

Al que extraño es al viejo león del zoo,
siempre tomábamos café en el Bois de Boulogne,
me contaba sus aventuras en Rhodesía del Sur
pero mentía, era evidente que nunca se había movido del
Sahara.
De todos modos me encantaba su elegancia,
su manera de encogerse de hombros ante las pequeñeces
de la vida,
miraba a los franceses por la ventana del café
y decía “los idiotas hacen hijos”.
Los dos o tres cazadores ingleses que se había comido
le provocaban malos recuerdos y aun melancolía,
“las cosas que hace uno para vivir” reflexionaba
mirándose la melena en el espejo del café.
Sí, lo extraño mucho,
nunca pagaba la consumición,
pero indicaba la propina a dejar
y los mozos lo saludaban con especial deferencia.


Nos despedíamos a la orilla del crepúsculo,
él regresaba a son bureau, como decía,
no sin antes advertirme con una pata en mi hombro
“ten cuidado, hijo mío, con el París nocturno”.


Lo extraño mucho verdaderamente,
sus ojos se llenaban a veces de desierto
pero sabía callar como un hermano
cuando emocionado, emocionado,
yo le hablaba de Carlitos Gardel.


Idea VIlariño
Idea Vilariño

Carta II de Idea Vilariño

En 1920 nació Idea Vilariño en Uruguay. Y con su nacimiento surgió una poesía clara, sencilla y llena de intensidad. En este poema, la poeta habla de la necesidad de la persona querida, con café por medio.

Estás lejos y al sur
allí no son las cuatro.

Recostado en tu silla
apoyado en la mesa del café
de tu cuarto
tirado en una cama
la tuya o la de alguien
que quisiera borrar
-estoy pensando en ti no en quienes buscan
a tu lado lo mismo que yo quiero-.
Estoy pensando en ti ya hace una hora
tal vez media
no sé.

Cuando la luz se acabe
sabré que son las nueve
estiraré la colcha
me pondré el traje negro
y me pasaré el peine.

Iré a cenar
es claro.

Pero en algún momento
me volveré a este cuarto
me tiraré en la cama
y entonces tu recuerdo
qué digo
mi deseo de verte
que me mires
tu presencia de hombre que me falta en la vida
se pondrán
como ahora te pones en la tarde
que ya es la noche
a ser
la sola única cosa
que me importa en el mundo.


José Lezama Lima
José Lezama Lima

La mujer Y La casa de José Lezama Lima

José María Andrés Fernando Lezama Lima tuvo un nombre larguísimo, asma desde niño y una de las obras poéticas y narrativas más asombrosas en español. La novela suya que más se conoce es Paradiso.

 Pero en este poema, el cubano trae un calor con salitre caribeño y aroma a café, desde los primeros versos.

Hervías la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías la casa
con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como una ofrenda al peso de la noche.
Todas tus horas están justificadas
al pasar del comedor a la sala,
donde están los retratos
que gustan de tus comentarios.
Fijas la ley de todos los días
y el ave dominical se entreabre
con los colores del fuego
y las espumas del puchero.
Cuando se rompe un vaso,
es tu risa la que tintinea.
El centro de la casa
vuela como el punto en la línea.
En tus pesadillas
llueve interminablemente
sobre la colección de matas
enanas y el flamboyán subterráneo.
Si te atolondraras,
el firmamento roto
en lanzas de mármol,
se echaría sobre nosotros.


Federico García Lorca
Federico García Lorca

El café de Chinitas de Federico García Lorca

Hay poco que se pueda decir sobre este poeta español. Aquí el representante de la Generación del 27 no muestra el café como la bebida, sino como el lugar de compartir e ingerir este bien. Eso sí,  tiene calor, sabor y gitanos, como la mejor de las tazas.

1

En el café de Chinitas
dijo Paquiro a su hermano:
«Soy más valiente que tú,
más torero y más gitano».

2

En el caféé de Chinitas
dijo Paquiro a Frascuelo:
«Soy más valiente que tú,
más gitano y más torero».

3

Sacó Paquiro el reló
y dijo de esta manera:
«Este toro ha de morir
antes de las cuatro y media».

4

Al dar las cuatro en la calle
se salieron del café
y era Paquiro en la calle
un torero de cartel.